La historia se repite en la casa de Carolina, ubicada a pocos metros del río Ozama, donde todavía permanecen intactas las secuelas repetitivas del paso de las aguas del acuífero por la humilde vivienda destartalada que comparte con su pequeña hija de un año y su esposo.
Ella, sentada en el piso al lado de su retoño, probaba con desánimo una sopa al mediodía de ayer, mientras la niña agripada tardaba minutos en llevarse la cuchara a la boca. Al ser cuestionada, sorprendida, contestó que no recordaba que ya se acerca la temporada ciclónica.
Su rostro desconsolado y cansado se combinó con su voz para dar cuenta de las pocas esperanzas que aguarda de salir de su realidad.
Es que ya son tres los años en la misma situación y aunque conoce del proyecto anunciado por el presidente Danilo Medina para moverlos a la comunidad del Cachón de la Rubia y construir viviendas dignas para los residentes del sector, esta posibilidad no cambia su manera de pensar. Carolina recordó cada ocasión en que las aguas del afluente se adueñan de sus pertenencias. “Lo mismo; cuando el río sube nos refugian en la iglesia y ya, todo perdido, y el huidero. Esto va a seguir en lo mismo”, refiere. Su esposo desde la habitación donde se encontraba también vociferó que nada cambiará, no quiso dar la cara. Cargar los ajuares personales y del hogar se convierte en una odisea para la mujer cada vez que aparecen las lluvias de las tormentas tropicales y se anuncian huracanes, pero ahora ya hay poco que cargar, pues el mar ha arrasado con casi todo lo que con esfuerzo ella y su esposo habían logrado obtener. “Yo tenía de todo y se me dañó”.
Además, según externa, el lodo, la humedad y las enfermedades que acarrean luego de que pasa la caótica situación, es otro dolor de cabeza. Para Manuel Félix, el tema de las lluvias y las inundaciones es “una tragedia de todos los años”. “Todo el tiempo nosotros sufrimos esto, sube el río y cuando sube, nosotros esperamos que baje, limpiamos nuestras casas y volvemos para adentro otra vez”, explicó.
Indicó que todavía no han recibido la visita de organismos de socorros con temas de prevención.
Mientras atendía un pequeño puesto de frutas, Manuel ventiló estar confiado en los designios divinos. “Nosotros siempre estamos esperando la voluntad de Dios, lo que Dios haga hay que estar conforme con él”.
En tanto, el síndico del ayuntamiento de Santo Domingo Este, Juan De los Santos, sostuvo que el plan que busca acabar con esta situación de peligro e intranquilidad en el sector de La Barquita y otras localidades cercanas, demoraría años en rendir sus frutos.
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