viernes, 14 de diciembre de 2012

Balaguer ordenó fotos del cadáver de Caamaño

                             
ANTONIO GARCÍA VALOY HIZO LAS FOTOGRAFÍAS PARA EL LISTÍN DIARIO


Eran las cuatro de la madrugada cuando llegaron al Palacio Nacional y subieron al jeep militar, del Primer Regimiento de Infantería que los llevaría hasta Nizaíto, la zona boscosa en las estribaciones de la Coordillera Central donde la noche anterior había sido abatido por tropas del Ejército el ex coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y dos de sus compañeros guerrilleros.
“Yo tenía muy fresca, como en el mismo momento, la imagen y los gestos del presidente Joaquín Balaguer que me instruyó personalmente para que tomara buenas fotografías, porque el país y el mundo tenían que estar convencidos de que el muerto de la coordillera era en realidad el coronel Caamaño”, narró Antonio García Valoy, el veterano fotógrafo que ha trabajado por casi medio siglo en LISTíN DIARIO.
Según su relato, al despacho del presidente Balaguer lo introdujo el secretario de las Fuerzas Armadas, almirante Ramón Emilio Jiménez Hijo, luego que le pidieran autorización al director del LISTÍN, don Rafael Herrera, para que él, José Goudy Prats, del diario el Caribe, y el camarógrafo de CNN, Eladio Marino Guzmán, fueran llevados hasta las lomas de Ocoa a verificar como reporteros la muerte del Comandante de Abril.
“A las nueve de la noche del 16 de febrero de 1973, yo estaba en el Palacio Nacional, junto al periodista asignado, esperando noticias, porque ya se sabía que a Caamaño lo habían matado. Pero no se ofreció información esa noche, sino que se hizo una selección para que sólo un fotógrafo, un periodista y un camarógrafo viéramos el cadáver de Caamaño”, expresa. 
García Valoy dice que se acordó la salida para las cuatro de la madrugada y que a los acompañaría el coronel Fidel Báez Berg y otros oficiales de menor jerarquía. “Balaguer nos dijo que tomáramos todas las fotografias necesarias para que todos se convencieran de que el hombre que estaba muerto en las motañas era en realidad Caamaño, y ordenó que nos dieran la libertad y facilidades para hacer ese trabajo”. Aunque se sentía comprometido por las instrucciones del Presidente, el fotógrafo dice que no pensaba en nada que no fuera cumplir su misión y su trabajo de reportero gráfico. “Yo sólo cumplía mi trabajo de fotógrafo y no me interesaba ni hablaba de ninguna otra cosa”.
El viaje lo hicieron por Piedra Blanca, Bonao, subiendo por una carretera estrecha y sinuosa, llena de piedras y hoyos. El clima estaba frío, húmedo y con mucha niebla. Casi no se veía a lo lejos. Goudy Prats y Marino Guzmán apenas hablaron. “Los tres sabíamos que íbamos hacía la zona de combate y eso nos sobrecogía un poco, aunque estábamos bien protegidos por los militares”.
Cuando llegaron vieron los camiones y los jeeps llenos de soldados, con avitallamiento y las armas colgadas en los hombros. Algunos las tenían en las manos, bajo las órdenes del coronel Castillo Pimentel.

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