viernes, 19 de abril de 2013

Educación truncada por falta de papeles

                              
Todo iba bien en la vida escolar de Luis Alberto Félix hasta que terminó la primaria y fue al liceo a inscribirse, para continuar el bachillerato. Allí se dio cuenta de cuán importante es tener un acta de nacimiento para ser visible como ciudadano.


Luis Alberto Félix tiene 17 años. Llegó desde Barahona a la capital, hace poco más de dos meses, y ya conoce más de la mitad de las calles de la metrópolis. Andar calle arriba y calle abajo con una caja de lustrar zapatos, todos los días, a veces sacándole alguna nota musical a la lata vacía que le sirve de asiento, le ha ayudado a destacarse como buen conocedor de las principales esquinas, calles y avenidas de la urbe.
Su piel está acostumbrada al radiante sol caribeño. En sus ojos se revelan los recuerdos de su pueblo natal y en sus palabras aflora la inocencia de un joven que, a su poca edad, está rebosante de sueños. Lo que sí está es bien definido en cuanto a sus metas: quiere ser un profesional que aporte a República Dominicana y servir de orgullo para su familia. Le preocupa el nivel de inseguridad que hay en algunas zonas por las que está obligado a caminar.
Vive con una tía paterna, quien le ofreció un rinconcito en su humilde vivienda del sector San Carlos. Bien temprano, mucho antes de tomar la ruta del día, ayuda en algunos quehaceres de la casa y su cama la deja bien arreglada. No trajo mucha ropa desde Barahona, razón por la que debe lavarla dos veces por semana. “Tampoco tengo mucha que digamos”, apunta.
Lenguaje
Se expresa con claridad meridiana. Pronuncia las eses justo en su lugar y habla de los momentos más felices de su infancia. Defiende el buen hablar porque en su escuela le enseñaron que hay que expresarse con claridad. “Para evitar confusiones”, subraya.
Sus estudios primarios los terminó en una escuela donde recibió el apoyo de los profesores, justamente porque descubrieron en él mucho potencial. Jamás se sentó en la parte trasera del aula. Mantuvo sus notas sobre los 80 puntos y terminó entre los mejores de su nivel. Sus problemas empezaron cuando decidió cursar el bachillerato. Su vida dio un giro de 180 grados y aún no encuentra una explicación lógica a eso.
Nació en Barahona. Su madre, que se dedica a labores domésticas por una paga que no le alcanza siquiera para cubrir las necesidades básicas de la casa, es inmigrante haitiana que llegó hace más de 25 años al país. Su padre, dominicano, que descansaba el sustento de su familia en labores de agricultura, murió al caerse de su caballo. Se desnucó. 
Lloró. Aún siente la ausencia de su progenitor, pero su problema principal ahora no es la falta de su padre ni las precariedades económicas bajo las que subsiste su madre. Su mayor obstáculo es la falta de un acta de nacimiento. Ahora es cuando se da cuenta del lastre que venía arrastrando durante los años de educación básica y que pudo sobrellevar porque nadie se queda fuera del sistema educativo básico por falta de “papeles”. Sus profesores siempre se lo decían y él se lo recordaba a su madre. Nunca lo declararon y, para colmo, su padre murió.
La realidad
Ahora está en medio de un limbo jurídico que le impide continuar sus estudios y materializar sus planes de covertirse en un profesional que aporte al país y ser orgullo de su familia. A pesar de su conciencia sobre este problema, su sonrisa no se apaga. Su razón fundamental, dice, es que algún día tendrá un acta de nacimiento que le permita existir.
Desde que llegó a la capital no ha hecho más que limpiar zapatos para ayudar a su madre y cumplir con algunos gastos de la casa de su tía. No puede visitar a su madre con la frecuencia que anhela y ver a sus otros dos hermanos que corren la misma suerte.
Recuerda que su madre tiene un papel del hospital donde él nació, pero al ella carecer de documentos no lo pudo declarar. Han hecho muchos intentos de legalizar su situación. Sabe que la muerte de su padre, cuando aún él era muy niño, afectó su estatus y ahora no es ni dominicano ni haitiano. Sólo habla español y sobre Haití apenas sabe las historias que le cuenta su madre.
Sus esperanzas están puestas en un abogado que ha prometido ayudarlos. Ya le adelantaron RD$10,000, pero el proceso va muy lento.
La decisión de dejar a Barahona y llegar a la capital la tomó cuando fue a inscribirse en el liceo y allí le dijeron que no podían aceptarlo, porque para ingresar necesita un acta de nacimiento.
El proceso, según cuenta, dura cerca de un año y para no perder el tiempo, haciendo nada, decidió, con el apoyo de su madre, convertirse en limpiabotas en la capital hasta que su situación legal se resuelva y entonces continuar sus estudios.
Agradece mucho el espacio que le apartó su tía paterna en la capital, porque esto le facilita ayudar en algo a su madre.
Félix afirma, y aquí si se le doblaron las palabras, que no entiende cómo es que un ser humano tenga que pasar por estas dificultades en su propia patria, cuando lo que necesita es estudiar para salir de la pobreza, aportar a su país y ayudar a su familia.
En lo que se define el proceso y avanzan los días hacia su legalización como ciudadano dominicano, que adquiere de su padre, afirma que esperará pacientemente para salir adelante.
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GOBIERNO COMBATIRÁ CASOS POR FALTA DE DOCUMENTOS
PROGRAMA EN MARCHA: 
Esta semana, el presidente Danilo Medina garantizó que el Estado dominicano, en colaboración con la Junta Central Electoral, eliminará la carencia de identidad a personas que no son declaradas, tras señalar que esa debilidad solo ayuda a perpetuar la desigualdad e injusticia que sufren los niños más pobres. “Por eso haremos todos los esfuerzos para que ningún niño o niña quede fuera del registro civil”, dijo el jefe de Estado, quien prometió que fortalecerá el registro de nacimiento en el país porque lo que quiere es asegurar que ningún niño quede sin registrar, ya que ese es el primer paso para reafirmar la identidad y la ciudadanía. Informó que, hasta la fecha, un 20% de los hijos menores de cinco años se quedan sin documentar específicamente en las familias de escasos recursos. 
“Un niño cuyo nacimiento no se registra le será más difícil recibir los servicios de salud, educación y el resto de derechos que debe garantizar el Estado dominicano”, apuntó Medina en un acto en el Palacio Nacional en el que puso en marcha el programa “Quisqueya empieza contigo”, a través del cual garantizará que los niños de escasos recursos, de cero a cinco años, reciban estimulación temprana en estancias.

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