Los investigadores del FBI indicaron hoy que identificaron a un sospechoso de poner una de las dos bombas que estallaron el lunes cerca de la línea de meta de la maratón de Boston, aunque un caótico día repleto de confusión no ha aportado todas las respuestas que los vecinos de la ciudad esperan.
Una cámara de vigilancia en la tienda Lord&Taylor, justo frente al lugar de la segunda explosión, grabó a una persona cuando depositaba una mochila negra, que supuestamente contenía la olla a presión repleta de explosivos y metralla que detonó poco antes de las tres de la tarde entre el público al paso de los corredores.
El alcalde de Boston, Thomas Menino, indicó a las televisiones locales que ese video ha dado un empujón a la investigación y se están realizando "progresos importantes", después de que ayer el Buró Federal de Investigaciones (FBI), encargado de las pesquisas, pidiera la cooperación ciudadana por la falta de pistas.
Según la CBS, la imagen de la cámara de seguridad ha marcado como sospechoso a un hombre que en el momento del atentado llevaba una gorra blanca, sudadera gris y chaqueta negra.
Pese a estos avances, el FBI decidió retrasar dos veces y posteriormente cancelar por hoy la rueda de prensa que tenía prevista, algo que hace sospechar que los investigadores extreman la cautela antes de anunciar a los medios progresos concretos.
Dos días después del atentado que causó 3 muertes y más de 170 heridos, los habitantes de Boston fijaron su atención en los televisores de sus casas, cafeterías y restaurantes cuando las cadenas CNN y Fox News anunciaron que las autoridades habían detenido a un sospechoso.
La información fue desmentida por la Policía de Boston poco después de conocerse. "Pese a los reportes, no ha habido un arresto por los ataques del maratón", indicó el departamento de Policía en un mensaje en Twitter.
La portavoz del FBI, Katherine Gulotta, dijo en un comunicado que "en el último día y medio ha habido una variedad de informaciones de prensa basadas en fuentes de información no oficial que no es precisa. Estas noticias tienen consecuencias inesperadas".
Por esa razón, el FBI pidió a los medios que verifiquen y contrasten la información con los canales oficiales, algo que demuestra el tiento con el que está intentado proceder en la investigación.
Los vecinos de Boston viven con ansiedad esta incertidumbre y aunque poco a poco la ciudad recupera la normalidad y el perímetro de seguridad se ha vuelto más limitado, los ciudadanos se resisten a olvidar.
En plena confusión, a la que se suman las noticias sobre las cartas con veneno enviadas a la Casa Blanca y el Congreso en Washington, la precaución llevó a las autoridades de la ciudad a evacuar los tribunales federales por una amenaza de bomba.
Precisamente, en esos tribunales era en los que se estaban congregando curiosos y periodistas a la espera de que el sospechoso que algunos medios estadounidenses daban por detenido fuera llevado al lugar.
Al grito de "código rojo" los policías despejaron la zona, pese a que finalmente no se hallaron explosivos.
Mientras tanto, los hospitales de Boston ya han dado de alta a cerca de 100 heridos, aunque aún permanecen en estado crítico 17 personas, algunas de ellas niños de corta edad con graves heridas y amputaciones.
Esta mañana, mientras los equipos de investigación, pertrechados con trajes aislantes para no contaminar pruebas, operaban en las cercanías, las personas depositaban mensajes y flores en las vallas que delimitan la escena del crimen.
La concienzuda barrida de las calles y edificios colindantes a la línea de meta de la calle Boylston ha dado resultados y los investigadores han encontrado restos de las ollas a presión donde se cree que fueron depositados los explosivos y la metralla.
La olla con una capacidad de 6 litros, de la marca española Fagor, pudo ser activada con un temporizador o a distancia y la puesta en común de todas las piezas que la componían podría aportar datos para reconstruir el atentado.
Las bombas fueron depositadas dentro de una mochila negra entre la multitud que abarrotaba la recta final del maratón, que contaba con fuertes medidas de protección, con más de mil agentes y efectivos militares y perros para olfatear explosivos.
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