UN SOCIÓLOGO INGLÉS Y UN ANTROPÓLOGO NORTEAMERICANO ABOGAN POR ACCIONES A FAVOR DE ESAS PERSONAS
El Estado dominicano debe desarrollar políticas públicas a favor de los repatriados, destinando los recursos necesarios para realizar programas que les garanticen una verdadera reinserción social y laboral.
El planteamiento es del sociólogo inglés David Brotherton, quien advierte que esa población va creciendo cada día y no se puede ignorar esa realidad.
Aboga por la protección de los derechos humanos de esas personas, aplicando las garantías que contempla la Constitución dominicana, pues entiende que no se necesitan más leyes ni más restricciones, sino una solución al problema de la discriminación hacia ese segmento.
Considera que se necesitan políticas públicas de educación, a fin de que la sociedad dominicana entienda quienes son los repatriados y sepan que no son una amenaza, pues señala que la mayoría de ellos no tiene ningún antecedente delictivo en el país, sino en la nación que los deportó.
Afirma que los medios de comunicación juegan un rol importante en la reinserción social y laboral de los repatriados, llevando un mensaje de que estas personas no constituyen una amenaza para la sociedad.
“Necesitamos reportajes con más humanística, que incluya las voces de los repatriados”, sugirió.
DiscriminaciónAunque las autoridades dominicanas ya han eliminado la mención de deportado en la certificación de buena conducta, Brotherton entiende que ese elemento constituía una discriminación.
Propuso que se impartan clases de español para ellos, porque muchos no dominan ese idioma, sino el inglés, a fin de que se les facilite su reinserción social y laboral.
No obstante, observó que en el país no solamente se debe trabajar para emplear a los repatriados, porque hay muchas personas desempleadas, aunque reconoce que a los deportados se les dificulta más entrar al mercado laboral.
Dice que hay muchas cosas que se pueden hacer a favor de los repatriados que cuestan poco, pues sólo se requiere que haya voluntad, al tiempo de sostener que es una oportunidad para tomar una iniciativa global para elevar el estatus de República Dominicana.
“Necesitamos más ayuda generalmente con respeto al empleo”, precisó, tras afirmar que el comportamiento de los repatriados en los puestos de trabajo ha sido bueno.
Resaltó la iniciativa del país de crear una Unidad para Repatriados, pero propugnó porque el gobierno le otorgue los recursos económicos que requiere para desarrollar una buena labor.
“Con esta unidad tienen la oportunidad de crear un modelo para decir a otros países que hay otra manera para enfrentar ese problema, si hay planes y si hay ganas”, expuso.
Sostiene que después de las ideas para abordar el problema, se necesitan recursos económicos para desarrollar las iniciativas, y luchar para que lleguen.
“La otra cosa es determinar qué vamos a hacer con esa población realmente, porque va creciendo, creciendo y no va a desaparecer, es la realidad y necesitamos una política que acepte esta realidad”, apuntó.
Brotherton fue entrevistado luego de impartir una conferencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en la cual dio detalles de una investigación que realizó junto con el sacerdote puertorriqueño Luis Barrios, con el tema “Desterrado a la Patria: los deportados dominicanos y sus historias del exilio” (titulado en inglés).
La actividad fue organizada por el proyecto SINDEMIA, que realiza un estudio en el país sobre la salud de los inmigrantes, entre los que incluye a los deportados.
Estigmas negativos
En la investigación realizada por Brotherton y Barrios se estableció que los hombres y mujeres repatriados son marginados y que han sido desplazados socialmente.
En la investigación realizada por Brotherton y Barrios se estableció que los hombres y mujeres repatriados son marginados y que han sido desplazados socialmente.
Evidenció que tienen niveles de estigmas múltiples e intensos, y que el trauma social por el pasado continúa y se intensifica.
Arrojó que muchos muestran depresión y sentimientos suicidas.
Determinó que existe pánico moral en ambos lugares, en el país que deporta y a donde se deporta. La mayoría no cuenta con el apoyo de su familia.
Estableció que los medios de comunicación han jugado un papel en la construcción del deportado como “el demonio popular”. En cuanto a los estigmas negativos que se tiene de los deportados, Brotherton identificó los siguientes: “Es el delincuente allá y aquí lo es también; es el otro peligroso, tiene capacidad para hacer cosas grandes; es el “dominican york”, un fracaso importante del sueño americano, o es un fracaso, debemos excluirlo, no tiene valor”.
ACCIONES A FAVOR DE LOS DEPORTADOS El antropólogo norteamericano Mark Padilla precisó que el proyecto SINDEMIA contempla desarrollar programas, políticas y servicios a favor de la población inmigrante, entre ellos los repatriados, para lo cual contarán con un financiamiento del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, que lo patrocina.
“No sabemos exactamente cuáles van a hacer, porque parte del estudio es entender qué se está haciendo actualmente, cuáles son los recursos y experiencias localmente, porque no queremos hacer algo fuera del contexto”, manifestó.
Explicó que SINDEMIA es un proyecto de investigación del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, en colaboración con la Universidad Internacional de la Florida y la UASD. Padilla, quien es el investigador principal, detalló que la idea es abordar la realidad de los dominicanos que han emigrado a Puerto Rico y Nueva York y han retornado a la República Dominicana, una gran parte de ellos como deportados.
“Lo que estamos encontrando es que muchos de ellos son deportados y han tenido una historia en la cárcel, y que están llegando aquí, después de tener esa experiencia y trauma, y están tratando de adaptarse al país”, indicó. Observa que tienen muchas necesidades porque no tienen apoyo, hay muchos estereotipos sobre ellos y rechazo.
“Hay muchos enfermos por el mismo trauma, hay una dimensión de salud mental, mucha depresión y adicción”, indica. El proyecto, que empezó en abril, tiene una duración de cinco años, pero esperan dar resultados preliminares entre octubre y noviembre. Harán 72 entrevistas y 400 encuestas en Santo Domingo y Boca Chica. El Proyecto conlleva una inversión de 500 mil dólares.
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