viernes, 13 de diciembre de 2013

RD sigue entre los cuatro países de la región con mayor tasa de embarazo en adolescentes

                     
EL INFORME DICE QUE AMÉRICA LATINA HA FRACASADO EN REDUCIR TASA DE FERTILIDAD ADOLESCENTE

América Latina y el Caribe han fracaso en la lucha por reducir la tasa de fertilidad adolescente en la última década, debido principalmente a la pobreza, la desigualdad y la baja calidad del sistema educativo, señala un informe del Banco Mundial presentado ayer en Guatemala.
El estudio "Embarazo adolescente y oportunidades en América Latina y el Caribe: sobre maternidad temprana, pobreza y logros económicos", ubica a la región como la tercera con mayor tasa de fertilidad adolescente en el mundo, solo superada por África subsahariana y el sur de Asía, y analiza los factores de riesgo asociados con el embarazo en mujeres menores de edad.
Según el estudio, la reducción anual de la tasa de fertilidad adolescente entre 1997 y 2010 fue de 2,7 % en el sur de Asia, y de 1,6 % a nivel mundial, mientras que en América Latina y el Caribe "el decrecimiento anual fue de 1,25 por ciento".
El informe del BM ubica a Nicaragua, República Dominicana, Guatemala y Honduras como "los países con las mayores tasas de fecundidad adolescente" en la región, al reportar "las mismas tasas entre 2000 y 2010".
En contraste, explica, "los cinco países de la región que han tenido mayor éxito en reducir las tasas de fecundidad adolescente en ese periodo fueron Colombia (-25 %), Haití (-23 %), Costa Rica, El Salvador y Perú (-21 %)".
Luis Felipe López-Calva, economista líder del BM, señaló durante la presentación del informe que "la pobreza y la falta de oportunidades están directamente asociadas con el embarazo adolescente y la maternidad temprana".
Esos factores, alertó, "pueden convertirse en impedimentos para que las mujeres aprovechen al máximo sus oportunidades de desarrollo", principalmente en los países más pobres de la región en donde la tasa de embarazos adolescentes es mayor.
En la región en general, la tasa de embarazos en adolescentes de entre 15 y 19 años es de 72 por cada 1.000 mujeres, y países como Nicaragua, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Venezuela, Ecuador, El Salvador y Panamá, se encuentran entre los 40 con los mayores índices de fecundidad en adolescentes en el mundo.
Las tasas de fertilidad adolescente, indica el estudio, "están directamente relacionadas con condiciones de pobreza y con factores asociados a la desigualdad", lo cual implica que "las adolescentes que tienen más educación, viven en zonas urbanas y provienen de familias con mayores recursos económicos tienen una menor probabilidad de quedar embarazadas".
Las adolescentes embarazadas en la región, agrega, "son más vulnerables y más pobres que las adolescentes que no tienen hijos, lo que se explica en parte porque pertenecen a distintos grupos de riesgo".
El BM reconoce en el informe "importantes" avances en la región durante los últimos años "en los indicadores de educación y salud de las mujeres", así como una "creciente participación femenina en el mercado".
Sin embargo, subraya, "el embarazo adolescente y la maternidad temprana continúan siendo un gran desafío para la región", ya que en todo el mundo, excepto en América Latina y el Caribe, los embarazos adolescentes han disminuido durante la última década.
"El embarazo adolescente es relevante desde el punto de vista del desarrollo porque es una manifestación de la falta de oportunidades y porque la maternidad temprana puede tener implicaciones que fomenten círculos viciosos de pobreza entre generaciones, exclusión social y altos costos sociales", anota el informe.
Además, señala que la falta de "libertad y capacidad de una mujer para elegir efectivamente metas y tomar decisiones libres acerca de sus planes de vida", como ocurre en la región, incrementa las posibilidades de embarazos en la adolescencia.
"La mujer adolescente tiene más probabilidades de quedar embarazada (...) al seguir normas existentes por presión, o por tener bajo poder de negociación en su relación para que su pareja acepte utilizar anticonceptivos", añade el estudio.
Atender este reto, agrega, "demandará políticas mejor diseñadas que tomen en cuenta la complejidad del fenómeno" por parte de los Estados.

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