jueves, 10 de julio de 2014

Argentina lleva orgullo latino a la final

                      
LA FINAL DEL PRÓXIMO DOMINGO EN MARACANÁ SERÁ EL TERCER DUELO ENTRE ALEMANES Y ARGENTINOS EN LA LUCHA POR EL TROFEO

Sergio Romero atajó dos tiros en una definición por penales y Argentina tejió uno de sus mejores sueños al avanzar el miércoles a la final de la Copa del Mundo por primera vez en 24 años.
Luego de 120 minutos sin goles, Argentina se impuso 4-2 ante Holanda en la definición desde los 12 pasos, y el domingo enfrentará en el estadio Maracaná de Río de Janeiro a Alemania, el mismo oponente que le estropeó el festejo en Italia 1990.
Romero, más que “Chiquito” como es su apodo, se alzó como un gigante ante Holanda y atajó los penales de Ron Vlaaar y Wesley Sneijder.
Lionel Messi, Ezequiel Garay, Sergio Agüero y Maxi Rodríguez marcaron los de Argentina, que enfrentará a Alemania en una final mundialista por tercera ocasión, luego de ganarle la de México 1986 con Diego Maradona como genio y figura.
“Para disfrutarlo, para toda esta gente que vino, que nos está bancando (respaldando) desde hace mucho tiempo”, dijo Romero, quien salió de su país envuelto en críticas porque su nivel no era el mejor ya que además era suplente en el Mónaco francés.
Romero, quien antes de los penales escuchó una arenga motivadora de su compañero Javier Mascherano, que le dijo “hoy te conviertes en héroe”, indicó que los penales son cuestiones del azar.
“Es suerte, es la realidad. Uno puede ir y no llegar, como le pasó al arquero de ellos”, destacó Romero, quien apenas recibió tres goles en seis partidos.
“Tenía confianza en mí, gracias a Dios salió bien”.
En cada una de sus exitosas intervenciones, el arquero se golpeó el pecho y lanzó exclamaciones como “¡Vamos Argentina!”.
Con el encuentro acercándose al final, el técnico de Holanda, Louis van Gaal, agotó el último cambio y no envió a la cancha al portero suplente Tim Krul, quien en la ronda anterior frente a Costa Rica entró en el último minuto del alargue y luego atajó dos penales.
El partido fue jugado al centímetro y con abundante marca a presión, de la cual no pudieron escapar ases como Messi y Arjen Robben, quienes de todos modos exhibieron algunos de sus encantos: el argentino habilidad, a la que le sumó trabajo de equipo, y el holandés velocidad y potencia.

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