EN LAS PROVINCIAS ELÍAS PIÑA, SAN JUAN, AZUA Y PERAVIA SE ESTIMAN UNOS 110,000 ILETRADOS
Sustituir las dos xx por su nombre; no tener que esconderse al momento de firmar; saber leer y escribir las vocales e identificar ya algunas letras; hacer realidad el sueño de ir a la escuela y, sobre todo, saber escribir su nombre completo, son los puntos comunes de satisfacción que expresan hombres y mujeres del Sur, que están integrados a los núcleos de alfabetización dentro del plan nacional “Quisqueya Aprende contigo”.
Aunque el programa abarca a iletrados a partir de los 15 años, la mayoría de los que participan en los núcleos que funcionan en poblaciones de Elías Pina, San Juan, Azua y Baní superan los 40 y llegan hasta los 83, y son los que más temprano llegan, los más atentos y entusiasmados.
En Elías Piña hay 63 mil habitantes y unos 13,822 iletrados, se pretende instalar 99 núcleos, en Comendador hay 26 activos, con 1,300 estudiantes.
En la provincia de San Juan hay 37,582 iletrados, 1,031 núcleos, de los cuales 269 activos, con 3,438 estudiantes; en Azua hay 35,214 iletrados y en Peravia 18,512y tiene 655 núcleos activos.
El funcionamiento y la entrega de los adultos que desde enero pasado se integraron a los Núcleos de Aprendizajes del Plan Nacional de Alfabetización fue vista durante un recorrido realizado por periodistas por varias provincias del Sur.
Algunas historias
Maritza Valdez, facilitadora en uno de los dos núcleos. destaca el progreso. “cuando empezamos no sabían identificar ni las vocales, y ya todos las leen y escriben, aligual que sus nombres”. Uno de ellos es Jesús Encarnación, de 52 años, trabaja barriendo en la Alcandía de Comendador, y cuando supo de las clases se puso feliz, porque siempre quiso aprender.
Maritza Valdez, facilitadora en uno de los dos núcleos. destaca el progreso. “cuando empezamos no sabían identificar ni las vocales, y ya todos las leen y escriben, aligual que sus nombres”. Uno de ellos es Jesús Encarnación, de 52 años, trabaja barriendo en la Alcandía de Comendador, y cuando supo de las clases se puso feliz, porque siempre quiso aprender.
Como para mostrar lo aprendido empieza a deletrear Ma, Me, Mi, Mo, Mu. “Yo no sabía nada, pero la profesora me abrió la mente”.
Con 59 años y cinco hijos, Felidia Terrero, muestra con entusiasmo su nombre escrito por ella. “Yo nunca fui a la escuela, me casé a los 14 años y mi esposo nunca me dejó estudiar”. Pasó su vida sembrando yuca, maíz, maní y plátano, y siempre se sentía mal por no saber nada .
Elisabet Montero, de 18 años, madre de un hijo y embarazada, no pudo sostener su llanto, al mostrar su cuaderno y contar su historia.
Quiere estudiar para ser enfermera.
“ Nelson Antonio Beltré, de 48 años, llega siempre temprano.
“Yo no aprendí, por eso yo firmaba así mire NAB (sus iniciales), pero ya Danilo (Presidente de la República) no acepta eso, por eso yo vengo y ya firmo con mi nombre completo”, dice.
Un caso interesante es el de facilitador Arsenio Franco, en Baní, ya que entre sus estudiantes está una persona sordomuda de 59 años.
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