jueves, 3 de enero de 2013

Vicky, como otras mujeres asesinadas, recibió como protección un papel para frenar una ráfaga de balas

                               
LA FISCAL DE LA PROVINCIA STO DGO AFIRMA QUE NO SE PUEDE CULPAR A ELLOS SINO A TODO EL SISTEMA QUE FALLÓ Y NO PUDO IMPEDIR LA MATANZA DE INVIVIENDA


En el salón de belleza Lindíssima, donde trabajaba Vicky Thalía Irrizari Méndez, hay secadores de pelo apagados y asientos giratorios vacíos. Contrario a lo que ocurre otros días, en lugar de estar de pie, haciendo bromas y arreglando a sus clientas, las empleadas lloran sentadas  en un rincón. Al ver entrar a periodistas de LISTÍN DIARIO, que nos arreglamos con regularidad allí, exclaman entre sollozos: “Hemos perdido a una hermana”.
Todas saben la historia de violencia, breve pero muy intensa, que vivió Vicky. Una muchacha callada, hermosa y responsable que durante décadas educó en soledad a su hijo, solo ayudada por su mamá, Sahara Méndez Castillo,  y su hermana Yeimi Rosanny Luciano Méndez,   y que creyó encontrar el amor en un joven a quien conoció frente a su casa.
Fue un día en que Gabriel Enmanuel Lamí Román  estaba de visita donde un padrino suyo que vive frente al edificio donde ocurrió la tragedia del pasado domingo.  Ese edificio modesto, marcó el principio y el fin de aquella historia que poco tiene que ver con el amor, aunque a su principal protagonista le pareciera lo contrario. 
A las doce del día del pasado domingo,  Lamí Román envió un mensaje de texto a Iris Correa, compañera de trabajo de su ex pareja Vicky, “Gracias por escucharme, perdóname, todo lo que hice lo hice por amor”. Menos de una hora después asesinó a Vicky, su mama´, su hermana y su sobrinita  Mía Camila Féliz Luciano, de dos años de edad. Otra hermana de Vicky resultó herida pero logró sobrevivir a la masacre. Luego, el agresor se suicidó.
El que enviara el mensaje a la compañera de trabajo de Vicky no causa  asombro  en el salón “Lindíssima” pues en ese lugar aquella relación extraña, que fulminó cinco vidas, se convirtió en tema de discusión general. Como Vicky era la más tímida del grupo, y siempre pedía consejos,  todas se enteraron cuando inició la relación, hace cuatro meses. 
Al poco tiempo, habló de mudarse con su pareja  y a doña Gloria Montero, propietaria del salón, no le gustó la idea. Las historias que había escuchado a Vicky contar sobre su enamorado le hicieron dudar. 
Pura Polanco, que trabajaba doce horas al día a medio metro de Vicky, dice que en principio le decían que trajera a su pareja para conocerlo pero que el hombre siempre evadía ir al salón, ellas sentían como si se escondiera. Luego, empezaron los problemas. 

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